Skip to main content

Full text of "Antero Urioste 1942 Algunas Papeletas"

See other formats


ANTERO URIOSTE 


ALGUNAS PAPELETAS 
BIBLIOGRAFICAS DE ROCHA 


☆ 


Artículo publicado en oí N.o 59 de la 
"REViSTA NACION A!”, de Montevideo 
correnpor.cRente al mes de Novieinbie de 1942 


☆ 


EDICIONES CEIBO 
Impresora L.I.G.U. - Paysandú 1011 
MONTEVIDEO - 1943 





ANTERO URIOSTE 


ALGUNAS PAPELETAS 
BIBLIOGRAFICAS DE ROCHA 

Artículo publicado en el N.o 59 de la 
"REVISTA NACIONAL", de Montevideo 
correspondiente al mes de Noviembre de 1942 % 

☆ 


EDICIONES CEIBO 
Impresora LLG.U. - Payaandú 1011 
MONTEVIDEO - 1943 





ANTERO URIOSTE 


ALGUNAS PAPELETAS 
BIBLIOGRAFICAS DE ROCHA 


EDICIONES CEIBO 
Impresora L.LG.U. - Paysandú 1011 
MONTEVIDEO - 1943 




ALGUNAS PAPELETAS BIBLIOGRAFICAS DE ROCHA 


Ha de reconocerse, por fuerza, que, desde lejanos tiempos, el De- 
partamento de Rocha ha atraído especialmente la atención publica, 
ya por virtud de las obsrvaciones y de los estudios históricos, geográ- 
ficos, etnológicos, arqueológicos, etc., de Cabrer, Oyarvide, Saint-Hi- 
laire, Reyes, D’Orbigny, Figueira, Arechavaleta, Sierra y Sierra, 
López, Airedondo, Caviglia, etc., ya también a consecuencia, particu- 
larmente, de los importantes trabajos de un autorizado y talentoso 
compatriota — Francisco J. Ros — , tendientes al aprovechamiento de 
su envidiable situación geográfica y de sus múltiples y extraordina- 
rios recursos naturales, que, dijo a menudo, eran de tal entidad, que, 
una vez desenvueltos regularmente, transformarían no sólo la zona 
del Este sino la República toda, fuera de las actividades realizadas en 
los últimos años para lograr que la supradicha división territorial se 
convierta en un gran centro de atracción para los turistas, merced a 
sus incomparables playas de. baños y a sus estupendos panoramas, 
que realzan sus lagunas, sus sierras, sus palmares, sus bañados, etc. 

Así, nos ha parecido que tal vez fuera útil en algún sentido, in- 
ventariar sucintamente — aparte de varias noticias afines — , sin en- 
trar a su análisis crítico, salvo uno que otro caso, los libros, folletos, 
artículos periodísticos, mapas, planos, grabados, fotografías, etc., que 
se refieran en cualquier forma no sólo a algunos aspectos históricos, 
geográficos ,etc., regionales, sino también al desarrollo de la cultura 
y al empeño de ciertas personas por fomentar el progreso de la co- 
marca, o pongan asimismo de manifiesto el interés de otras por la 
utilización de las riquezas nativas y de las posibilidades comerciales 
que ofrece el Departamento que nos ocupa; inventario que, además 
de lo ya dicho a su respecto, será, por consecuencia, una fuente de 
información para los hombres de estudio, los investigadores, y aun 
los profesionales, que hallarán así tal vez puntos para fundamentar 
sus ideas o demostrar su originalidad o novedad. 

• 

• * 


He aquí, ahora, algunas de las papeletas correspondientes a las 
obras antes referidas, que, por el momento, consideramos como de- 
finitivas y que integran nuestro Ensayo de una Bibliografía, Carto- 
grafía e Iconografía del Departamento de Rocha , cuya salida a luz 
hemos aplazado por causas notorias; publicación que anticipamos in- 
citados por varios apreciables conterráneos, quienes, movidos quizás 
por la amistad, creen que tan pobre trabajo ha de interesar al públi- 
co lector: 



Acuña de Figueroa , Francisco. — La villa de Rocha a su inolvidable 
Jefe Político. (Poesía). In. Obras completas de ... Poesías diver - 
sas 9 Tomo octavo, págs. 168-69. — Montevideo, 1890. 

Hacia principios de 1860 varias calificadas personas de la ciudad 
de Maldonado y de las villas de San Carlos y de Rocha, considerando 
que el pueblo estaba obligado a satisfacer de alguna manera los gran- 
des beneficios recibidos del entonces Jefe Político y de Policía de 
Maldonado, Coronel Gervasio Burgueño, acordaron, movidos por no- 
bles sentimientos, ofrecerle, en testimonio de ello, un álbum firmado 
por todos los vecinos del Departamento, fuera de confiar a Francisco 
Acuña de Figueroa la redacción del escrito correspondiente, cosa na- 
tural, pues por aquellos días el Poeta de Montevideo era pródigo en 
cantar inspirado por análogos motivos. 

Así, Acuña de Figueroa escribió tres sencillas composiciones poé- 
ticas, intituladas Maldonado, en la que se ofrece el referido álbum. La 
villa de San Carlos al digno Coronel Burgueño y La villa de Rocha a 
su inolvidable Jefe Político. 

Agregamos que, en la composición La villa de Rocha a su inolvU 
dable Jefe Político , el poeta, luego de exaltar el patriotismo de los 
roebenses y los méritos del Coronel Burgueño, expresa que éste apa- 
drinó oportunamente, en representación del entonces Presidente de la 
República, Gabriel Antonio Pereira, la colocación de la primera pie- 
dra de la actual Iglesia de la ciudad de Rocha. 

Aguiar 9 José. — Nuestra frontera con el Brasil. Su evolución históri- 
co-geográfica. — Montevideo, 1936. 

Tocante al Departamento, expresa el autor, — págs. 84-85 — que, 
si se hicieran las gestiones pertinentes, el Brasil no se opondría a 
nuestro derecho al dominio del cuadrilátero Chuy^San Miguel-Rincón 
de Santa Victoria, de no menos de ochenta kilómetros cuadrados de 
superficie, perdido en 1852 a pesar del Tratado de San Ildefonso de 
1777, ya que, añade, el criterio jurídico internacional no reconoce co- 
mo moralmente perfectas en Derecho las adquisiciones territoriales, 
— aunque se fundamenten en Tratados — , si una de las partes contra- 
tantes está coacta por las circunstancias bajo cuyo imperio se concer- 
tó el Tratado, como lo estaba el país — continúa diciendo — al ajustar 
el Tratado de Límites del 12 de octubre 1851.. 

Agregamos, por nuestra parte, que el referido Tratado, lo mismo 
que los de Comercio y navegación, Extradición de criminales, deser- 
tores y devolución de esclavos, Prestación de socorros y Alianza, fué 
declarado roto, nulo y cancelado, — declaración motivada, según es 
cabido, por el apoyo sin disimulo del Brasil al levantamiento de Flo- 
res, fuera de realizar diversos actos vejatorios y ultrajantes para la 
soberanía de un pueblo independiente, como lo estableció el Presi- 
dente Aguirre en su patriótico Decreto del 13 de diciembre de 1864, 
e incinerado, según es notorio en la Plaza de la Independencia, de 
Montevideo, juntamente con los que acabamos de mencionar, el 18 
de diciembre de 1864; pero, en 1865, no bien asumió el Gobierno el 


8 



nombrado Brigadier General Venancio Flores, dichos Tratados se pu- 
sieron nuevamente en vigor. 

Agregamos asimismo que hace unos años el Brasil resolvió, es- 
pontáneamente, modificar las estipulaciones del sobredicho Tratado 
de 1851, estableciéndose, — Tratado del 30 de octubre de 1909 — , que 
las aguas del Río Y aguaron y de la Laguna Merín pueden ser nave- 
gadas también por barcos uruguayos, y, además, que nuestra sobera- 
nía alcanza basta la mitad de la expresada laguna y la vaguada del 
aludido río. 

Arad jo. Orestes. — Arroyo del Chuy. — In. Diccionario Geográfico 
Uruguay , por. . ., págs. 469-71. — Montevideo, 1900. 

Tal artículo es una concisa descripción del mencionado arroyo, a 
la que se ha añadido un fragmento del estudio de Benjamín Sierra y 
Sierra, intitulado Nuestros límites nacionales , relativo a su importan- 
cia histórica. 

A juicio del Dr. Francisco N. Oliveres, — Vocabulario , con notas 
históricas . . . , In. Revista del Instituto Histórico y Geográfico del 
Uruguay , Tomo XI, págs. 217-18. — Montevideo, 1934-35 — , Chuy sig- 
nifica en idioma tupí o guaraní río de los Chuis, nombre con que se 
designan varios pajaritos, aunque también podría ser — añádese — 
una corrupción de Chité, significando entonces río de las tortugas. 

Arad jo. Orestes. — Laguna Merín. — In. Diccionario Geográfico del 
Uruguay , por , págs. 469-71. — Montevideo, 1900. 

Tal artículo es una sumaria descripción del mencionado lago, cu- 
ya longitud de N. a S. — se dice — alcanza a ciento setenta y cuatro 
kilómetros, siendo el ancho igual a cincuenta y cuatro, más o menos. 

Hasta hace algunos años estaba vedado a los barcos de bandera 
nacional navegar por la Laguna Merín, pero, ajustado — 30 de octu- 
bre de 1909 — un nuevo Tratado de Límites con el Brasil, por el cual 
éste, espontáneamente, nos reintegró la jurisdicción de las aguas y 
la navegación de la mencionada Laguna y del Río Yaguarón, las aguas 
de la Merín pueden surcarse boy por embarcaciones uruguayas. 

Además, los barcos de guerra nacionales pueden ahora navegar 
libremente por aguas brasileñas o estacionarse en la Laguna, modifi- 
cándose así el Tratado de 1851, que establecía el dominio del Uruguay 
sólo en el Arroyo de San Miguel y el del Brasil en la Laguna Merín; 
lago que por el Este separa del Brasil al Departamento. 

Arechavaleta, José . — Viaje a San Luis. Excursión a los túmulos del 
Río de San Luis, Departamento de Rocha, verificada por el Prof. 
José Arechavaleta en el mes de diciembre de 1891. Motivo de es- 
ta excursión. — In. El Uruguay en la Exposición Histórico-Ame- 
ricana de Madrid. Memoria. . ., págs. 67-106. — Montevideo, 1892. 
Tal escrito es una narración del viaje que el autor hizo al Depar- 
tamento a fines de 1891 con el propósito de explorar los túmulos o 
montículos — «cerritos de los indios»—, situados al este del Río de 
San Luis, los cuales describe con cierta minuciosidad, señalando los 


9 



objetos que descubrió: rascadores, boleadoras, algunos fragmentos de 
alfarería muy tosca y varios esqueletos humanos. 

Además, trata de las diversas especies botánicas que tuvo ocasión 
de observar, manifestando, entre otras cosas, que el monte del Río Ce - 
bollatí es uno de los más grandes y hermosos de la República. 

Arredondo, Horacio. — Sobre la fundación de Rocha. — ¿Qué día se 
fundó la villa de Nuestra Señora de los Remedios? — El Virrey 
Arredondo y su gobierno. — In. El Bien Público , año L, núm. 
14.224, sección segunda. Suplemento dedicado al Departamento 
de Rocha, 14 de enero de 1928, pág. 11, cois. 1-7; pág. 12, cois. 
1-7; pág. 5, cois. 1-7; y pág. 4, cois. 6-7. — Montevideo, 1928. 
Hace el autor una perfecta al par que documentada relación de 
los méritos del Virrey del Río de la Plata, Nicolás Antonio de Arre- 
dondo y Venero, — 1789-95 — , que «tan excelente gobierno hizo — ex- 
» presa — que, al término de su mandato, la Corte le concedió el raro 
» privilegio de dispensarlo del Juicio de residencia, además de pre- 
» miarse sus innegables servicios con un nuevo ascenso y una honorí- 
» fica distinción, pues, al regresar a España, el Soberano le otorgó la 
» Encomienda de Puerto Llano en la Orden de Calatrava, y, no con- 
» siderado todo esto suficiente premio, le extendió el nombramiento 
» de Capitán General del Reino de Valencia.» 

Añade que al Virrey Arredondo debe el país la fundación de la 
actual ciudad de Rocha, efectuada por su orden, bajo la advocación 
de Nuestra Señora de los Remedios, por el entonces Ministro de Real 
Hacienda de Maldonado, Rafael Pérez del Puerto, de 1792 a 1793. 

A propósito del hecho apuntado, el señor Arredondo recuerda 
las infructuosas investigaciones realizadas hasta ahora para conocer 
con exactitud la fecha en que se llevó a cabo la fundación de la refe- 
rencia, manifestando que, mientras no aparezca el documento que la 
acredite en forma irrefutable, tal fecha deberá dejarse en blanco. 

Además, expresa que el país debe también al Virrey Arredondo 
la fundación del pueblo Arredondo, — antigua Guardia española, si- 
tuada en los Cerritos de Echenique, en la margen derecha del Río 
Yaguarón — , llamado luego — 1853 — Villa de Artigas, y, últimamen- 
te — 1915 — Villa de Río Bronco, en memoria del Ministro de Rela- 
ciones Exteriores del Brasil, Barón de Río Branco, que promovió las 
negociaciones relativas al condominio de las aguas del Río Yaguarón 
y de la Laguna Merín. 

Arredondo, Horacio. — Bellezas de Rocha. Perpectivas del Parque 
Nacional de Santa Teresa. — In. La Mañana, año XVIII, núm. 
6.319, l.° de abril de 1935, pág. 1, cois. 1-7. — Montevideo, 1935. 
Aboga discretamente el autor porque se salven de la destrucción 
las admirables bellezas naturales qiie encierran los vastos campos ad- 
yacentes a la Fortaleza de Santa Teresa, que, según expresa, no tienen 
parangón en el país, impidiéndose al efecto la acción utilitaria del 
hombre con medidas drásticas, que eviten — añade — la desaparición 


10 



de árboles centenarios, la roturación de tierras sin mayor valor, la 
persecución de animales, etc., así como la alteración de tan magnífica 
exposición de la fauna y de la flora nativas, o, con otras palabras, del 
más estupendo Parque natural que sea posible concebir. 

Agregamos, por nuestra parte, que, constituida la Comisión Ho- 
noraria Pro Fomento del Cultivo del Arbol — 19 de junio de 1935 — 
el Presidente, Dr. Alejandro Gallinal, sometió a su consideración un 
Proyecto de ley autorizando la creación de un Parque público, con 
carácter de Reserva Nacional de las especies vegetales , y animales del 
lugar, y de sitio de atracción para los turistas, a formarse en el De- 
partamento, en la zona colindante con la Laguna Negra, donde, por 
un singular capricho de la Naturaleza — dijo el Dr. Gallinal — están 
representadas todas las modalidades topográficas del país. 

Aprobado, con algunas modificaciones, el referido Proyecto de 
ley, se elevó — suficientemente fundamentado — al Poder Ejecutivo, 
que lo pasó al Parlamento — 15 de junio de 1936 — para su sanción. 

Añadimos, asimismo, que, por Ley núm. 9.872, del 13 de septiem- 
bre de 1939, se pusieron bajo la protección del Estado los montes re- 
gionales o ejemplares aislados de palma butiá — Cocus yatay , Mart. — , 
además de prohibirse su tala o destrucción, parcial o total, sin auto- 
rización, y de declararse ilícita la fabricación de la llamada miel de 
palma. 

Bazzano, Ignacio . — Proyecto de Presidio - Colonia en la Fortaleza 
de Santa Teresa y campos fiscales circunvecinos. — Montevi- 
deo, 1889. 

Trátase del proyecto que el autor presentó al Gobierno de la 
República el 23 de Octubre de 1899, — precedido de algunos apuntes 
históricos y descriptivos de la Fortaleza — , tendinte a convertir al 
secular Baluarte en Presidio, donde se alojarían doscientos cincuenta 
penados por lo menos, los cuales se dedicarían — se dice — al cultivo 
de las tierras fiscales colindantes, a la plantación de árboles, etc., no 
sólo con el objeto de proveer de forraje, cereales, leña, etc. al Es- 
tado, sino también — se agrega — como un medio de regeneración 
de muchos delincuentes, fuera de fomentarse el progreso del lugar. 

Añadimos ahora, por nuestra parte, que, a fines de 1892, el Po- 
der Ejecutivo, tomando en consideración los antecedentes relativos a 
un oficio del entonces Jefe Político y de Policía del Departamento, 
Pedro Lapeyre, sobre la conveniencia de dar algún destino a la ex- 
presada Fortaleza, resolvió emplear doce mil pesos en la realización 
de las obras necesarias para convertirla transitoriamente en Peniten- 
ciaría, «para custodia de penados a trabajos públicos»; pero, como 
el Art. 38 del Código Penal de 1889 establecía que «la pena de pe- 
nitenciaría sujetaba al reo a practicar los trabajos de oficio o indus- 
tria dentro del Establecimiento penal», las aludidas obras no se lle- 
varon a cabo, si bien en 1895 se repararon y consolidaron la6 murallas 
y los edificios. 

Agregamos, además, que, años después, los entonces Diputados 

11 



por Montevideo Carlos Roxlo y Dr. Luis Alberto de Herrera, presen- 
taron a la Cámara de Representantes, — sesión del 28 de Junio de 
19Q6 — , un Proyecto de ley, — que, como es notorio, no llegó a san- 
cionarse — , autorizando al Poder Ejecutivo para restaurar la suso- 
dicha obra de fortificación y destinarla a Presidio, fuera de establecer 
en sus inmediaciones una Colonia Agrícola de Penados; Proyecto que 
el primero de los nombrados fundamentó, manifestando, entre otras 
cosas, que la necesidad de los Presidios y la eficacia de Colonias como 
la referida no se discutía, pues estaba admitida — añadió — por todos 
los autores de Derecho Penal. 

Bernárdez , Manuel . — Las grandes patrias chicas. — El Uruguay en- 
tre dos siglos. — Apuntes para un programa de la nueva etapa. 
— Buenos Aires - Montevideo, 1931. 

Analiza el autor de la obra anotada, — Vol. II, págs. 1 - 144 — , 
las posibilidades económicas de la región del Este de la República, 
que llama del Oriente, y que comprende, según expresa, los Depar- 
tamentos de Maldonado, Rocha, Treinta y Tres, Cerro Largo y Ri- 
vera, y las regiones orientales de los de Minas, Florida, Durazno, 
Tacuarembó, Paysandti, Salto y Artigas, que integran el Centro y Nor- 
te del territorio nacional. 

Además, como digno complemento del referido análisis, el señor 
Bernárdez aboga, especialmente, por la construcción del Puerto de* 
La Coronilla? que conceptúa como la «base de la movilización econó- 
mica de la mitad del país», ya que atraería, dice, al comercio interior - 
de una gran parte del Continente, y, asimismo, por la canalización 
de los ríos y arroyos que desaguan en la Laguna Merín , la coloniza- 
ción «gradual y progresivamente intensiva» de las tierras inmediatas 
a dichos ríos y arroyos, la vinculación, — por medio de un canal di- 
recto o utilizando en parte el Arroyo de San Miguel — , de la Laguna 
Merín con el Puerto de La Coronilla? la arborización de la mayor 
¿rea posible de las tierras colindantes, la construcción de una carre- 
tera o ferrocarril Coronilla - Montevideo - Colonia ? etc., conviniendo, 
por último, con un distinguido compatriota en que «el frente econó- 
mico de la República está en la costa atlántica de la región del Este». 

Biblioteca Pública Municipal de Rocha , Inauguración de la. — Dis- 
cursos pronunciados en ese acto el l.° de Enero de 1881. — San 
Carlos, 1881. 

Tal opúsculo contiene las palabras que, al inaugurar la Biblio- 
teca, — l.° de Enero de 1881 — , pronunció el entonces Presidente 
de la Comisión Auxiliar de la Junta Económico - Administrativa, Ma- 
ximino López; una erudita oración de Eduardo Pirié, — ilustrado 
Agente viajero de una Casa editorial de Madrid, España — , quien 
exaltó los beneficios espirituales que el aludido Centro proporcionaría 
a la población, y, en especial, a la juventud; y, por último, dos expre- 
sivos discursos: uno, de Víctor P. Pérez, y, otro, de Augusto G. Corbo, 
quienes trataron asimismo de la importancia social de las Bibliotecas 


12 



y de lo útil que es para su perfeccionamiento intelectual que el 
pueblo se acerque al libro. 

Agregamos que el Reglamento respectivo permitía, mediante él 
pago de cincuenta centesimos por mes, extraer libros de la Biblioteca, 
lo que, naturalmente, facilitaba la lectura. 

Cabrer, José María. — Diario de la Segunda subdivisión de Límites 
Española entre los, Dominios de España y Portugal en la Amé- 
rica Meridional. — 29 de Diciembre de 1783 - 26 de Octubre de 
1801. — In-JEZ Límite oriental del Territorio de Misiones , Repú- 
blica Argentina, por Melitón González, Tomo I, págs. 121 - 322. 
— Montevideo, 1882. 

Tocante al territorio que en la actualidad forma el Departamento, 
Cabrer, — Comisario - Geógrafo de la Segunda Subdivisión de Lími- 
tes Española entre los Dominios de España y Portugal en la América 
del Sur — , relatando el viaje que hizo — 1784 — de Maldonado a 
Santa Teresa y Río Grande del Sur, menciona, sobre todo, los arroyos 
más notables que encontró después del de Garzón — págs. 177 - 184 — : 
Luis de Rocha, Don Carlos , Chafalote , del Marqués — llamado hoy, 
no se sabe por qué, Arroyo de La Puente — y Castillos ; las lagunas 
de Garzón, Rocha, Castillos y de los Difuntos, que algunos — dice — 
llaman del Palmar , y que actualmente denomínase Negra; los Marcos 
colocados en 1752 y en 1784; y, por último, las plantas medicinales y 
los mamíferos, pájaros, etc., que observó. 

Además, — págs. 181 - 182 — señala algunos defectos de la For- 
taleza de Santa Teresa y describe, sucintamente, el Arroyo del Chuy 

— pág. 196 — el Fuerte y el Arroyo de San Miguel — págs. 200 - 02 — 
el Arroyo de San Luis — págs. 245 - 47 — y el Río Cebollatí , pági- 
nas 249 - 50. 

Ahora debemos declarar que, según lo demostró Paul Groussac, 

— Anales de la Biblioteca, Tomo I, págs. 246 - 66. — Buenos Aires, 
1900 — , el verdadero autor del supr adicho Diario es Diego de Alvear, 
Primer Comisario de la antes referida Segunda Subdivisión de Lími- 
tes Española, y no Joseph María Cabrer, como expresa el manuscrito 
que se conserva en la Biblioteca Nacional de Montevideo, publicado, 
que se sepa, en la mencionada obra de González, y, fragmentaria- 
mente, en la Revista Histórica de la Universidad, Tomo I, páginas 
588 - 606 y 778 - 799.* — Montevideo, 1907. aunque no falta quien afir- 
me que el Diario de Cabrer es más extenso, fuera de proporcionar 
mayores descripciones y elementos de juicio que el de Alvear. 

Caviglia (hijo), Buenaventura. — Santa Teresa. — In -El Bien Pú- 
blico, Año LV, mima. 16, 740 - 43, 5 - 8 de Octubre de 1933, pág. 1, 
cois. 6-7. — Montevideo, 1933. 

Trátase de un erudito estudio acerca del origen de la denomina- 
ción Santa Teresa, que los portugueses dieron en honor de «a glo- 
« riosa Santa, que a tomei por patrona e defensora desta Angostura», 
al reducto que empezaron a levantar el 15 de Octubre de 1762 en La 


13 



Angostura , una elevación de Castillos Chicos; reducto que vino a ser, 
como es notorio, la actual Fortaleza de Santa Teresa. 

Algún tiempo después el autor completó su referido estudio con 
un importante trabajo: La devoción de Gomes Freire de Andrada a 
Santa Teresa en Júbilos da América . — Porto Alegre, 1937; trabajo 
que prueba que la nombrada Fortaleza fué puesta bajo el patrocinio 
de la Doctora de Avila por virtud de la devoción especialísima que 
le tenía el entonces Gobernador y Capitón General de Río de Janeiro, 
Minas Geraes y San Paulo, Gomes Freire de Andrada, quien, como 
es sabido, decidió su construcción. 

Cuadri, Guillermo. — A la ciudad de Rocha. (Poesía). — In- Recuer- 
do de la inauguración del Ferrocarril San Carlos a Rocha, (por 
Julio García Isla), pág. 63. — Montevideo, 1928. 

Aludiendo al pasado, feliz, naturalmente, el poeta, echándolo de 
menos, recuerda, nostálgico sin duda, que, siendo niño aún, conoció 
a Rocha, trayendo así a su memoria la Iglesia, las Plazas, La Estiba, 
la Tahona, la Capilla. . . ; pasado que, alegre, evoca en los siguientes 
versos : 

¡Rocha!, ¡Rocha!, ¡Rocha!, tus bellos recuerdos 
Tengo acá en el alma , desde muy muchacho. 

* 

* * 


Tradicionalmente vinculados a la vida social de Rocha varios de 
los edificios y de los lugares mencionados por el sobredicho poeta, 
creemos que no serán ociosas algunas noticias acerca de semejante 
particular. 

Así, por lo que hace a la expresada Capilla, — una ermita en su 
tiempo, por su ubicación en un paraje escasamente poblado — •, a pe- 
sar de nuestras investigaciones al respecto, que alcanzan hasta fines 
de 1879, sólo se sabe que era un modesto edificio de ladrillo, tejado 
a dos aguas, o abovedado, — no se recuerda bien — , con una puerta 
en el frontis y dos pequeñas ventanas, una en cada costado, defen- 
didas por toscas rejas, y, además, que, en el interior, — embaldosado 
el suelo, de color celeste y rojo friso — , se veía, en el fondo, un sen- 
cillo altar, sobre cuya mesa, cubierta con albo mantel, descansaba, 
entre dos candelabros de bronce y otros tantos floreros, una imagen 
de San Antonio, fuera de ostentar en el remate de la fachada, o en 
el mojinete, como es natural, una cruz de hierro. 

Agregamos que el aludido edificio, blanco como la nieve, que, 
apartado de los demás y sombreado por unas cuantas higueras, miraba 
al Oeste, frente a la lioy Avenida del General Artigas, se alzaba, desde 
1868, al parecer, en un lugar dominante de la quinta, — propiedad 
actualmente de la señora Tomasa Arrarte de Lorenzo y Losada — , 
que su dueño, im médico portugués, llamado Antonio Pereira, poseía 
en las inmediaciones del «Paso Real» del Arroyo de Rocha, uno de 


14 



los tantos sitios atrayentes de los alrededores de la orbe róchense por 
sus estupendas bellezas naturales. 

Tal médico, — solícito como pocos en el ejercicio de su minis- 
terio, pues, según la tradición, no desatendía ni un instante a sus en- 
fermos, desinteresado y caritativo en extremo, además, atrayendo así 
la simpatía de las gentes, aunque algo raro y pleitista — , después de 
haber residido algún tiempo en Río Grande, ciudad del Estado bra- 
sileño de Río Grande del Sur, y de actuar en el Ejército de Oribe, a 
lo que se recuerda, habíase avecindado en Rocha probablemente a 
mediados de 1855. 

Añadimos que la mencionada Capilla, — Capilla de San Antonio, 
que así se llamaba — , ante la que se descubrían todas las personas 
que pasaban por su frente, solían frecuentarla en su época los chaca- 
reros de los contornos, particularmente el día de su patrono San Isi- 
dro, que celebraban con grandes fiestas, y el día de San Antonio, que 
el médico Pereira, tirando la casa por la ventana, festejaba con extra- 
ordinaria esplendidez, viniendo así por un tiempo 6U rumbosidad a 
ser pasto de la conversación de los vecinos. 

A mediados de 1878, un viajero que pasó por Rocha, relatando 
sus impresiones luego de visitar la supradicha Capilla, expresó que 
lo que a primera vista le había parecido un cementerio resultó ser, — 
según el título puesto en el frontis — , la «Capilla particular que el 
Dr. D. Antonio Pereira de Lisboa dedico como eterno recuerdo a su 
numerosa familia en el pueblo de Rocha», — seis o siete nichos alre- 
dedor de una rotonda, llenos — dice — de inscripciones y pinturas 
dignas de orates y rodeados por una pared de extraño estilo, la que 
ostentaba en la entrada una inscripción en letras negras, que decía: 
Miráis lo que eramos ayer y lo que somos oy. 1868, y que completaban 
dos esqueletos con sus guadañas, pintados de negro. 

Agregó el referido viajero que al lado de la mencionada Capilla 
el Dr. Pereira había establecido un Sanatorio, compuesto de dos pie- 
zas, el que mostraba en el frente — añade — el Escudo Nacional 
sostenido por dos grandes y mofletudos angelitos, fuera de circun- 
darlo el siguiente letrero : Casa de Sanidad del medico Dr. D. Antonio 
Pereira. Rocha 18 de Julio de 1874. 

Aunque ha transcurrido más de medio siglo desde la fecha en 
que, ciego, o casi ciego, falleciera en Mercedes, según se presume, el 
médico de la referencia, su antes nombrada Capilla, — invadida por 
gran cantidad de hierbas, ya destechada, y convertida en escombros, 
o poco menos, en lo6 días traídos a su memoria por el bardo Cuadri — , 
no se ha olvidado aún por el pueblo, fuera de haberla recordado por 
espacio de algunos años la acreditada «Panadería de la Capilla», es- 
tablecida, como todos saben, en las adyacencias del lugar que otrora 
ocupara el citado edificio, erigido en época ya algo lejana como su- 
blime exteriorización de la fe de un creyente, no puede negarse, cual- 
quiera sea el juicio que se forme a su respecto, que así no sólo satis- 
facía sus necesidades espirituales y las de sus convecinos, sino que 
también mantenía vivo el recuerdo de San Antonio de Padua, patrono 

*3¡£sJPortugal. 

•* \ 

V 1*\ 


* 

* * 



También en la obra poética arriba aludida se hace referencia, 
como ya dijimos, a la Tahona, inexistente hoy, que, como se recor- 
dará, se levantaba, — quizá desde poco antes de promediar el pasado 
siglo — , en el paraje llamado La Cuchilla, hacia el Norte de la ciu- 
dad, próxima al sitio que en la actualidad ocupa el Tanque de las 
Agua 9 Corrientes, siendo su propietario don Antonio Arrarte, hijo de 
Rocha, hombre activo y progresista si los hubo, que pa6Ó a mejor 
vida en 1930. 

Tal establecimiento industrial, — «Tahona de Arrarte», como se 
le llamaba generalmente — , proveía en su tiempo, al igual que las 
Tahonas de Camino y de Peyró, que lo precedieron, una parte de la 
harina de trigo necesaria para el consumo de la población, como así 
también lo efectuaba el pequeño Molino harinero hidráulico de Gre- 
gorio Fernández, fundado en 1845, más o menos, en las cercanías del 
«Paso de la Cruz» del Arroyo de Rocha , — informe de nuestro talen- 
toso conterráneo señor Héctor Lorenzo y Losada — ; Molino que no 
mucho antes de 1860 fué comprado por Juan Bernardo Camino, des- 
cendiente tal vez de Alberto Camino, quien, según el autorizado cro- 
nista róchense don Tomás A. Barrios, estableció a fines del siglo XVHI 
una Tahona en el lugar en que hoy las calles de Rocha General Ar- 
tigas y Rincón forman la esquina noroeste. 

Agregamos que el precitado Molino, — movido desde hace ya 
algunos años por una máquina de vapor — , que, con el andar del 
tiempo fué adquirido por José Jaureguiza y luego — 1879 — por el 
antes nombrado don Antonio Arrarte, llamándolo «San José», perte- 
neció hasta no hace mucho a un laborioso industrial: el señor Ignacio 
Lavagna, siendo hoy su dueño el señor Anastasio Pereira, apreciable 
y diligente compatriota. 

También agregamos que la recordada Tahona de Camino quizá 
resolvió en su época una seria cuestión: el abastecimiento de harina, 

— escasa entonces y por lo tanto cara — , permitiendo así a muchos 
vecinos reemplazar la usual mazamorra de trigo, o las tortas de trigo 
pisado, por pan o por galleta, o «pambazo», que los mismos fabri- 
caban en sus casas. 

Añadimos aquí que en 1826, más o menos, Juan Bautista Barbat, 
cirujano francés, que, luego de haber naufragado en Castillos, se ha- 
bía domiciliado en Rocha, estableció, con la ayuda de sus esclavos, 

— no se sabe en qué lugar — , una Panadería y una Tahona, utili- 
zando el trigo que se recogía en las chacras inmediatas, que, por 
cierto, no sería mucho por entonces, ya que en 1852, por ejemplo, 
sólo se sembraban unas cien «fanegas» en toda la jurisdicción del ac- 
tual Departamento. 

• 

♦ * 

Ahora, por lo que respecta a La Estiba, — pintoresco sitio de 
los suburbios del sudoeste de la ciudad de Rocha, frecuentado tiempo 
ha por numerosas al par que alegres lavanderas, que asimismo re- 


16 



cuerda el poeta Cuadri, según manifestamos al principio — , diremos 
que tal nombre proviene de una estiba — pasarela de fajina — ■, que 
existió antiguamente en el paso homónimo, — «Paso de la Estiba» — •, 
del Arroyo de Rocha , que corre en la vecindad del precitado lugar; 
pasarela reemplazada hace ya algunos años por un sólido puente de 
madera. 

Haciendo referencia al mismo asunto, Benjamín Sierra y Sierra 
dice en sus valiosos Apuntes para la Geografía del Departamento de 
Rocha — pág. 39 — , que, en otra época, era general en el campo 
hacer uso, en los arroyos barrosos y en los «canales» de los bañados, 
de puentes de fajina, llamándoseles «estibas» o «tapúmenes». 

Además, el mencionado autor expresa que tal vez por imitación 
solía llamarse «estibas» a los pequeños puentes que en el pasado ser- 
vían sólo para las personas que transitaban a pie, como sucede hoy 
con el aludido puente de La Estiba. 

Añadimos que el susodicho «Paso de la Estiba» fue utilizado du- 
rante cierto número de años por vehículos — diligencias, carretas, etc. 

— o por jinetes, que se dirigían, ya a Montevideo o a los pueblos del 
camino, ya a algún paraje del sur de la jurisdicción del actual De- 
partamento, o que entraban en Rocha. 

Ahora, en cuanto a la denominación estiba , dada a las construc- 
ciones de la referencia, pensamos que tal vez se deba a que se ejecu- 
taban colocando unas sobre otras ramas o troncos de árboles, tal como 
se hace con las mercaderías que se cargan en los barcos o que se 
tienen en depósito. 

Así, refiriéndose — 1784 — a unos pantanos de la región de la 
Laguna de la Manguera , Río Grande del Sur, Brasil, dice Cabrer, que 
un estanciero «tenía construida una especie de calzada con troncos 
» gruesos y astillas de palma, por medio de la cual se lograba pasar, 
»no sin algún trabajo, al más principal, y esta es la Estiba de Sil- 
» veyra.» • 

* 

* * 

Además de las antes mencionadas obras, existían en Rocha, en 
la época recordada por el supradicho poeta, los restos de un antiguo 
edificio, llamado por lo común Palacio de Fray Pedro, levantado en 
tiempos algo lejanos por el entonces Teniente Cura de la Parroquia, 
Fr. Pedro Díaz. 

Tal Palacio, edificio de dos plantas y numerosas habitaciones, — 
reproducción quizá de la morada de algún Obispo o Arzobispo de 
España, de la que, al parecer, Fr. Pedro era natural — , construido 
poco antes de la llamada vulgarmente «Guerra Grande», se levantaba, 

— distinguiéndose por la armonía de sus líneas arquitectónicas — , en 
las inmediaciones del antiguo «Paso de la Estiba», del Arroyo de Ro- 
cha, mirando al Norte, — hoy calle Dr. Julián Grana, entre las del 
Rincón y de Las Piedras — , lugar en su tiempo transitado a menudo 
por vécinos o por vehículos que salían de o que entraban en la por 
entonces villa de Nuestra Señora de los Remedios de Rocha. 


17 



Aislado casi, pues eran contadas las viviendas próximas, — in- 
significantes casas de ladrillo y humildes ranchos de paja o de te- 
rrón — , situado en una pequeña altura, a corta distancia de un plá- 
cido arroyo y de un monte algo espeso, ocupando, juntamente con 
un hermoso jardín y una pequeña huerta, — todavía existen varias 
higueras — , una manzana de terreno, y oscurecidos sus muros por la 
acción de los elementos, el mencionado Palacio asemejábase a una 
Abadía medioeval, que Abad, ilustrado y noble, debía ser Fr. Pedro 
por sus singulares virtudes y su manifiesta consagración a la mayor 
gloria de Dios. 

Hasta hace poco se podían ver aún las ruinas de la referida fá- 
brica, — abrigo de culebras, murciélagos y lechuzas — , que, sin ter- 
minar, permaneció abandonada en absoluto por muchos años a raíz 
de la muerte de su dueño, ocurrida a principios de 1849, originando 
infinidad de leyendas, — ocultación de tesoros, aparición de fantas- 
mas y de luces, crujidos de hierros, percepción de ruidos extraños. . . 
— frutos de la imaginación popular, rica en semejantes creaciones. . . 

Admirador de Oribe en extremo, según la tradición, Fr. Pedro, 
que ya en 1836 era Teniente Cura de la Parroquia, acostumbraba 
anunciar la presencia en Rocha de algunas milicias oribistas disparan- 
do, — en señal de regocijo, además, por semejante suceso — , un pe- 
queño cañón que había colocado en la azotea de su referido Palacio . . . 

Tan inusitado hecho nos recuerda que el entonces Cura Párroco 
de la expresada población, Fr. Manuel Rivero, ardiente partidario 
asimismo de Oribe, solía abandonar su Iglesia y montar a caballo pa- 
ra incorporarse por unos días, y en no pocas ocasiones por meses, a 
las aludidas milicias, hasta que, ordenado el alejamiento de éstas, 
volvía, sin ninguna inquietud, a su Parroquia, para reanudar el ejer- 
cicio de su ministerio sacerdotal, fuera de residir por temporadas en 
el Cuartel General de Oribe, primero en el Cerrito y luego en el Car- 
da/ o Restauración , hoy villa de la Unión. . . 

Tales correrías de Fr. Manuel — nos lo dijo nuestro hoy extinto 
conterráneo señor Ernesto F. Pérez — , quizás originaron el extravío 
de algunas anotaciones, y, por consecuencia, la falta de varias parti- 
das de bautismos, casamientos y defunciones, que se advierte en el 
Archivo de la Parroquia de Rocha. 

Hay que convenir, sin embargo, en que las referidas acciones de 
Fr. Manuel, — austera figura sacerdotal por otra parte — , explicables 
en su época, no amenguan sus méritos, y menos su notoria dedicación 
al fomento de la obra civilizadora de la Iglesia Católica, demostrado 
por su empeño en que se edificara un Templo, — el que vemos aho- 
ra — , digno de Nuestra Señora de los Remedios. 

Al parecer, Fr. Manuel, religioso secularizado, a quien Oribe, 
mientras sitiaba a Montevideo, durante la supradicha «Guerra Gran- 
de», había nombrado Provisor Eclesiástico, — nombramiento que, 
contrariamente a lo que podría pensarse, fué aprobado por S. S. Pío 
IX — , era natural de Chile, — americano, consigna un cetoso de la 
época — , donde había ingresado en la Orden de Santo Domingo. 


18 



Aquí recordamos que, años más tarde — 1852 — Fr. Manuel se 
halla mezclado en un asunto que tuvo alguna trascendencia, pues se 
pone en manos del Gobierno un documento extraño, por cierto, tanto 
que expresaba que se había delegado en él el cargo de Vicario Apos- 
tólico de la República, vacante a la sazón por muerte de Mons. Lo- 
renzo Antonio Fernández, que lo ocupaba; pero, como el aludido 
documento no hiciera fe, dicho cargo no se proveyó sino en 1854, año 
en que el susodicho Papa nombró para desempeñarlo al Pbro. José 
Benito Lamas, cuya autoridad Fr. Manuel fué uno de los primeros en 
acatar, ya que a fines del referido año 1854 decíale, entre otras cosas, 
que, en vez de tener queja fundada contra su «circunspecta, modesta, 
conciliadora y liberal administración, le estoy por el contrario en 
extremo grato, muy grato», pues — añadía — apenas recibido del Vi- 
cariato, Monseñor procuró curarme las hondas heridas que me acom- 
pañaban desde hacía tiempo, debiéndole así que permanezca aún en 
mi «Curato de treinta años». 

Tan expresivas como sinceras manifestaciones de Fr. Manuel de- 
ben haber causado excelente impresión a Mons. Lamas, pues, siendo 
Cura Rector de la Iglesia Matriz de Montevideo, no había reconoci- 
do, — usando prudentes y juiciosos términos — , la delegación del su- 
pradicho Vicariato en el Cura Párroco de Rocha, cosa que este le 
había comunicado por oficio del 27 de octubre de 1852. 

Agregamos que, en realidad, los servicios sacerdotales de Fr. Ma- 
nuel fueron más largos que los antes mencionados, ya que de 1824 a 
1828 ocupó el cargo de Teniente Cura de Rocha y de 1829 a fines de 
1831 el de Cura de Ja Capilla de San Juan Bautista, del Partido de 
Castillos, que dejó a principios de 1832, año en que el Vicario Larra- 
ñaga lo nombró para gobernar la Parroquia de N. S. de los Remedios, 
de Rocha, que rigió con laudable celo, ora directamente, ora dele- 
gando el cargo, hasta mediados de 1858, falleciendo, al parecer, al 
cabo de unos* meses, anciano ya, en el Hospital de Caridad de Mon- 
tevideo. 

Añadimos igualmente, volviendo a Fr. Pedro, que, en sus días, 
acusábasele, por modo temerario, se comprende, constituyendo el he- 
cho, durante algún tiempo, la comidilla del pueblo, de haber utiliza- 
do en la construcción de su ya citado Palacio, varios de los elementos 
reunidos para levantar la actual Iglesia de Rocha; Palacio que, al 
parecer, fué edificado entre 1843 y 1845, años en que, como es noto- 
rio, existía una Comisión de respetables vecinos, — Comisión del 
Templo Nuevo — , presidida por el arriba nombrado Cura Párroco 
Fr. Manuel, que entendía en la construcción de la aludida Iglesia. , 

Ahora bien, constituida en 1835 la Comisión de la referencia, es 
presumible que no contara aún con los susodichos elementos, y, en 
caso contrario, que no habría de consentir que Fr. Pedro cometiera el 
abuso que maliciosamente se le imputaba, siendo por lo tanto razo- 
nable pensar que haya construido su mencionado Palacio con el pro- 
ducto de sus ahorros y algunas limosnas o mandas, fuera de los diver- 


19 



sos materiales, — ladrillos, cal, etc. — , que tal vez le regalaran sus 
feligreses. 

De María, Isidoro. — Los guaraníes en la Fortaleza de Santa Teresa 
y Montevideo. — Su vestuario. — La Capilla de Santa Teresa. — 
In. Tradiciones y Recuerdos. Montevideo Antiguo , por.. Tomo 
IV, págs. 17-20. — Montevideo, 1895. 

Trata el autor, someramente, de los indios guaraníes que, proce- 
dentes de Paysandú, 6e enviaron en 1779 a Santa Teresa con el objeto 
de continuar la construcción de la Fortaleza, así como del vestido que 
se les dió; noticias que completa transcribiendo un conciso inventa- 
rio — formado en 1797 — de los muebles, imágenes — una talla de 
Santa Teresa y otra de San Vicente — , ornamentos, utensilios, etc., 
de la Real Capilla de Santa Teresa. 

Tal inventario comprende asimismo los Libros de Bautismos, 
Casamientos y Entierros, los cuales, a excepción del de Casamientos, 
se conservan actualmente en el Archivo de la Parroquia de Rocha. 

Desagües generales del Departamento de Rocha, Los. — El Consejo 
Nacional de Administración dispuso la realización de los estu- 
dios necesarios. Interesantes declaraciones del gestor de esta ini- 
ciativa, Ing. Florencio Martínez Bula. — In. El Día, 2.* época, 
año XLI, núm. 17.739, 9 de noviembre de 1931, pág. 7, cois. 2-6. 
— Montevideo, 1931. 

Tal artículo es una información periodística acerca de algunos 
estudios relativos al desagüe de los terrenos anegadizos del norte del 
Departamento, — conocidos generalmente por Bañados del Este — , 
llevados a cabo por el nombrado ingeniero, a objeto — se dice — de 
incorporar a la riqueza pública unas doscientas mil hectáreas de ex- 
celentes tierras, fuera de beneficiar a la vialidad interna de la región, 
orientándola hacia el Puerto de La Paloma. 

Además, alúdese al Proyecto de ley de los Diputados Manuel Al- 
bo y Alfredo S. Vigliola, tendiente al saneamiento de los campos ane- 
gadizos de la cuenca occidental de la Laguna Merín , así como a la 
iniciativa del Dr. Gabriel Terra, quien, siendo Presidente del Conse- 
jo Nacional de Administración, propuso, y así se resolvió a princi- 
pios de enero de 1930, que se encomendara al Ing. Adolfo Ludin el 
estudio de la desecación de los expresados bañados o esteros, cosa 
que, al parecer, no llegó a realizarse, pues a fines de 1931 el Consejo 
Nacional de Administración dispuso que la Dirección de Hidrografía 
procediera a efectuar los estudios necesarios para desaguar las refe- 
ridas tierras anegadizas, adscribiéndose al efecto a la citada Oficina 
al susodicho Ing. Martínez Bula, quien, como ya manifestamos, había 
verificado algunos trabajos relacionados con la aludida tarea. 

A propósito de la antes mencionada obra, debemos expresar que 
en 1895 se autorizó a los ingenieros Juan P. Lamolle y Luis Andreo- 
ni para desecar cuarenta y siete mil hectáreas de tierras fiscales ane- 
gadizas correspondientes a los bañados de Santa Teresa, Las MaravU 


20 



lias y San Miguel , lográndose sanear algunos de los millares de 
hectáreas que integran el Bañado de las Maravillas ; tierras que, se- 
gún los análisis practicados oportunamente, se consideraron aptas pa- 
ra el cultivo de plantas tales como el arroz, la alfalfa, el tabaco y 
otras especies análogas. 

Fernández Saldaña, ( José María). — La Muerte de un Caudillo. Ber- 
nardino Olid. — In. La Mañana. Suplemento semanal, núm. 448, 
19 de abril de 1931, pág. 1, cois. 4-7. — Montevideo, 1931. 

Tal escrito es, en particular, una narración del combate empe- 
ñado — 7 de febrero de 1864 — en las cercanías de Rocha, — Rincón 
de los Barrios — entre una fuerza revolucionaria y la que capitanea- 
ba el Coronel Bemardino Olid, quien resultó gravemente herido, 
tanto que falleció el l.° de marzo del expresado año, poco antes de 
llegar a la ciudad brasileña de Santa Victoria do Palmar, a la que se 
dirigía en busca de asistencia. 

Añade el autor que Olid, — caudillo de Rocha en su época — , era 
por antonomasia la encarnación del caudillo criollo, de cuyas accio- 
nes guerreras y de cuyo predominio de caudillo a la antigua — dice — 
conservó recuerdo la imaginación popular. 

Agregamos aquí, por nuestra parte, que el Coronel Bemardino 
de la Cruz Olid, — así reza la respectiva partida bautismal — , nació 
en Rocha el 16 de julio de 1864, y que, así como él, y en otros aspec- 
tos, ora como Militares o Funcionarios, ora también como vecinos 
progresistas, o por diversas razones, se distinguieron asimismo, y se 
distinguen hoy, otros hijos de Rocha, tales como Dionisio Acuña, Co- 
ronel; Juan Barrios, General; Jenaro Caballero, Coronel; Constan- 
cio Corbo, Teniente Coronel; Justo Graña Olivera, Teniente Coronel; 
Bartolomé Herrera, Coronel; Elio Luciani, Teniente Coronel; Anto- 
nio Olivera, Coronel; Benicio Olivera, Coronel; Florencio Pacheco, 
General; Miguel A. Pereira, Coronel; Francisco de los Santos, Te- 
niente Coronel; Elias Silva, Coronel; Ernesto V. Vigil, Coronel; En- 
rique Yarza, Coronel; y Miguel Yarza, Capitán. 

Fiestas de Rocha, Las. — El Dr. José Pedro Ramírez. — La recep- 
ción. — Inauguración de la Escuela. — In. La Prensa, año IH, 
núm. 460, 27 de agosto de 1903, pág. 1, col. 4. — Montevi- 
deo, 1903. 

Tal escrito es una crónica periodística de las fiestas que se rea- 
lizaron en la ciudad de Rocha el 25 de agosto de 1903, con motivo 
de la inauguración del edificio de la Escuela Pública José Pedro Ra- 
mírez; acto que presenció el nombrado Dr. Ramírez, siendo enalte- 
cidos por modo extraordinario su desinterés y patriotismo, merced a 
los que se logró adquirir el edificio de la referencia, entregándolo 
luego al Estado. 

A raíz de su elección para Senador por el Departamento — 1888- 
89 — , nuestro ilustre compatriota Dr. José Pedro Ramírez resolvió, 
— al igual que cuando fué Diputado por Maldonado, 1873-76^—, des- 


21 



tinar las dietas que le correspondieran a la realización de alguna 
obra publica necesaria, designando a los señores Antonio Arrarte, 
Víctor Barrios, Benjamín Graña, Julio J. Martínez y Enrique Yarza, 
— activos y progresistas conterráneos — , para que, constituidos en 
Comisión, administraran e invirtieran oportunamente el importe de 
sus aludidas dietas con arreglo a su referida idea; Comisión que, al 
paso de los años, por muerte, renuncia o ausencia de algunos de sus 
Miembros, integraron sucesivamente, hasta finalizar su cometido, los 
señores José P. Ramela, Dr. Melchor C. Rivero, Agr. Tomás A. Ba- 
rrios, Dr. Francisco H. López, Benito D. Domínguez, Dionisio Gon- 
zález, Elíseo Marzol y Agr. Mauricio Barrios. 

Así, luego de transcurrido cierto tiempo y de efectuarse varias 
sesiones, en las que estudiaron algunas iniciativas, — construcción de 
un edificio para Escuela Pública, establecimiento de un Instituto de 
Enseñanza Superior, de un Asilo de Niños, etc. — , que, por. una u 
otra razón, no tuvieron éxito, se resolvió emplear los fondos reuni- 
dos en la compra del edificio que ocupa hoy la susodicha Escuela, el 
cual se donó al Estado con las siguientes condiciones, aceptadas por 
el Poder Ejecutivo por Decreto del 24 de agosto de 1900: que el ex- 
presado edificio se destinara perpetuamente a una nueva Escuela 
Pública de 2.° grado, para varones, que proporcionase enseñanza co- 
mercial; que se la dotara de un Gabinete de Física y Química y de 
un Museo; que en las clases comerciales se admitieran alumnos has- 
ta de veinte años de edad; que tal Escuela llevase el nombre del Dr. 
José Pedro Ramírez, como merecido y justo homenaje a su valor cí- 
vico y a su desprendimiento; y, por último, que fuera sostenida per- 
manentemente por el Estado, hajo su absoluta dependencia y di- 
rección. 

Figueira , José H(enriques) . — Los Primitivos habitantes del Uru- 
guay. — In. El Uruguay en la Exposición Histórico-Americana 

de Madrid . Memoria .. págs. 122-219. — Montevideo, 1892. 

Hasta hoy se han publicado del libro que anotamos sólo los ca- 
pítulos I-II de la parte histórica y I-II — secciones I-VH — de la par- 
te arqueológica, — noventa y siete páginas por junto — , los primeros 
de los cuales constituyen un trabajo de erudición simplemente, ya 
que el autor se refiere a los juicios de Azara, D’Orbigny, Bauzá y 
otros investigadores y viajeros acerca de los caracteres ííbícos y mo- 
rales, costumbres, industrias, etc., de los indios que habitaban el te- 
rritorio nacional en la época de su descubrimiento, conquista y po- 
blación. 

Ahora, en cuanto a los r esultados de la investigación propia, 
científicamente realizada, respecto de otras cuestiones afines impor- 
tantes, como el examen del cráneo, por ejemplo, — excepto un estu- 
dio de las armas de piedra y de algunos utensilios — , esto es, el tra- 
bajo más substancioso, no se conocen todavía, permaneciendo por 
consiguiente el expresado libro sin terminar, no obstante haberse 
anunciado en 1900 una segunda edición. 


22 



Además, adviértese que la aludida obra se ha escrito con algún 
apresuramiento, — motivado tal vez por la inminente realización de 
la susodicha Exposición — , y que, por consecuencia, se ha meditado 
poco, fuera de resentirse por la concisión con que se habla de la in- 
dustria lítica, no sólo la más considerable, sino la única, podría de- 
cirse, de nuestros aborígenes. 

Figueira, José H(enriques). — Los Primitivos habitantes del Uru- 
guay. — Ensayo paleoetnológico. — Montevideo, 1892. 

Aunque el expresado libro luce portada y algunas líneas de pró- 
logo y tiene, además, paginación distinta, es sólo una separata — se 
tiraron cien ejemplares — de El Uruguay en la Exposición Histórico - 
Americana de Madrid . Memoria . . . — Montevideo, 1892. 

Granada, Daniel. — Reseña Histórico-descriptiva de antiguas y mo- 
dernas supersticiones del Río de la Plata, por. . ., — Montevi- 
deo, 1896. 

Hace referencia el autor a una leyenda — págs. 187-88 — , según 
la cual en la Isla Encantada, situada frente al Cabo del Polonio , ha- 
bita de antiguo una pareja de palomitas blancas. 

Matar, aprisionar, o hacer daño, — dice, siguiendo a Sierra y Sie- 
rra—, a alguna de las inocentes isleñas solitarias de las costas oceáni- 
cas, acarrearía de seguro una calamidad, una desgracia, a la que na- 
die, naturalmente, quiere exponerse. 

Añade que, pobladas de lobos marinos las islas de la sobredicha 
región, nadie mejor que los «loberos» sabe lo que en ellas pasa; y los 
«loberos» — continúa — son quienes con más persuación testifican 
que la Isla Encantada lo está en efecto, expresando que, entre otras 
manifestaciones demostrativas de la existencia de un encanto, las 
eternas palomitas blancas bien a las claras lo publican. 

[Guaní, Alberto ]. — Rocha ofrece incalculables perspectivas para el 
turismo. — El Ministro Guani nos habla de su reciente viaje a 
Santa Teresa. — In. La Mañana , año XXII, núm. 7.812, 30 de 
abril de 1939, pág. 5, cois. 7-8 y pág. 6, coL 1. — Montevideo, 1939. 
Aludiendo a un reciente viaje al Departamento, el Dr. Guaní, in- 
terrogado por un periodista, manifestó, entre otras cosas, que había 
experimentado profunda emoción ante los lugares pintorescos hasta 
lo indescriptible que ofrecía la región, que nadie que los haya visto 
podrá olvidar, por lo que debería procurarse — anadió — que, me- 
diante la construcción de paradores, de hoteles, y, sobre todo, de 
buenos caminos, los turistas conocieran dichos lugares. 

Agregó el Dr. Guani que la Fortaleza de Santa Teresa, por el 
poder evocativo de sus muros y el ambiente de que con envidiable 
inteligencia habíase sabido rodearla, — obra digna, expresó, del más 
grande elogio — , era el primero de nuestros Monumentos Naciona- 
les, y que la de San Miguel, aunque más pequeña, tenía mayor en- 
canto por su situación y su vetustez. 


23 



Asimismo, manifestó que La Coronilla era acaso una de las pla- 
yas balnearias de más porvenir, superior — dijo — a algunas famosas 
playas de Francia y de Bélgica, al igual que la de La Paloma, que 
consideró un excelente sitio de descanso y de solaz. 

H. D. [ Hermano Damasceno ]. — Marcos Hispanolusitanos. — In. 
Ensayo de Historia Patria, por..., págs. 181-82. — Montevi- 
deo, 1939. 

Trátase, — siguiendo a Cabrer — , de los Marcos que fueron si- 
tuados en 1752 en el Cerro de Buena Vista, en la India Muerta y en el 
Cerro de los Reyes, — Sierra de Carapé, Minas — , por las Comisiones 
de Límites entre España y Portugal, colocados hoy, respectivamente, 
en el Parque Nacional de Santa Teresa, en la Plaza de Pedro Lapeyre, 
de la ciudad de Rocha, y en la Plaza del Recreo, de la ciudad de Mal- 
donado. 

Lopes de Sousa, Pero . — [Diario da Navegado de Pero Lopes de 
Sousa. 1530-1532. — Río de Janeiro, 1927.] 

Manifiesta Orestes Araújo en el Tomo I, pág. 82, de su intere- 
sante Historia compendiada de la Civilización uruguaya. — Monte- 
video, 1907, que, en 1531, al llegar a la altura del Chuy, naufragaron 
dos de las naves de cierta expedición emprendida por orden del Rey 
de Portugal Juan III, con el objeto de reconocer el Río de la Plata y 
sus principales afluentes, — fuera de colonizar las tierras inmedia- 
tas — , volviendo las restantes al punto de partida, menos la que 
mandaba Pero Lopes de Souza, — hermano del Jefe de la referida ex- 
pedición, Martina Affonso de Sousa — , quien exploró luego el men- 
cionado río y parte del Uruguay y del Paraná, dejando escrita la 
supradicha relación de su viaje, citada por varios autores. 

A pesar de nuestro empeño no hemos conseguido ver el expresa- 
do Diario, hallando, en cambio, en la Revista do Instituto Histórico e 
Geográfico do Rio Grande do Sul, anno XV, I trimestre, págs. 53-71. 
— Porto-Alegre, 1935 — , un artículo del Coronel [Emilio Fernandes 
de] Souza Docca, intitulado O naufragio de Martim Affonso de Sou- 
sa, en el cual se demuestra que el naufragio de la referencia no ocu- 
rrió en el Chuy, sino en la costa comprndida entre Punta del Este — 
Maldonado — antiguo Cabo de Santa María, y la desembocadura del 
Río de los Begones — Charrúas — , actual Arroyo de Solís Grande . 

Ahora debemos manifestar que, según se infiere de una confe- 
rencia dada a fines de 1935 en la Junta de Historia y Numismática 
Americana, de Buenos Aires, por un autorizado investigador — Enri- 
que de Gandía — , el objeto de la antes aludida expedición de Martim 
Affonso de Sousa no era el que, siguiendo a Varnhagen, expresa 
Araújo, sino otro muy distinto, ya que, al disponerla, como dijo el 
nombrado disertante, Portugal sólo tenía el propósito de adelantarse 
a España en la posesión del Imperio del Rey Blanco, o sea el Perú, 
—todavía no descubierto ni conquistado — , empresa que Cabot había 
intentado realizar en 1527. 


24 



López , Francisco H[ipólito ]. — La Creación del Departamento de 
Rocha. — Antecedentes y trabajos de la Segregación Departa- 
mental. - Conferencia. — In. El Civismo , año VIII, núms. 1, 204- 
05, 7-10 de agosto de 1912, pág. 1, cois. 1-5. — Rocha, 1912. 
Aborda el autor el estudio de los orígenes de la formación de 
Rocha con escrupulosidad tan poco común, que nada deja de anotar 
que merezca la pena de ser recordado, narrando así, en especial, los 
meritísimos trabajos que los vecinos que menciona llevaron a cabo 
para conseguir la sanción de la Ley del 7 de julio de 1880, por la que 
se creó el actual Departamento. 

Añade, entre otras cosas, que el 25 de agosto de 1880, ante el 
pueblo, reunido en la Plaza de la Independencia , se entregó solem- 
nemente a la Comisión Auxiliar Económico-Administrativa el expe- 
diente formado con motivo de los susodichos trabajos, a objeto de 
que «fuese depositado en el Archivo de la Municipalidad, para que 
» la presente y las futuras generaciones pudiesen conocer el principio 
» de su Historia y los nobles esfuerzos de sus actuales habitantes pa- 
» ra elevar la vieja Jurisdicción a la categoría de Departamento de 
» la República.» 

Además, el Dr. López trata de las fiestas efectuadas para cele- 
brar de modo digno la creación del Departamento; fiestas que, dice, 
duraron cuatro días, resultando extraordinariamente lucidas y ani- 
madas. 

López 9 Francisco H[ipólito ]. — El Emisario de Artigas Francisco de 
los Santos. — Aclaración histórica. — In. La Democracia, año 
XX, núm. 5.680, 23 de septiembre de 1914, pág. 1, cois. 1-4. — 
Rocha, 1914. 

Apoyándose, en primer término, en De María, Ramírez, Araújo 
y Zorrilla de San Martín, el autor exalta la significación especial que 
para los hijos de Rocha tiene — dice — Francisco de los Santos, el fiel 
emisario a quien Artigas, antes de expatriarse — 1820 — , confiara su 
consabido socorro, — cuatro mil patacones y veintidós onzas — , para 
sus valerosos compañeros de lucha e ideales: Andrés Artigas (a) An- 
dresito, Manuel Francisco Artigas, José Antonio Berdún, Felipe 
Duarte, Pedro Pablo Gadea, Juan Antonio Lavalleja, Fernando Otor- 
gués y Bernabé Rivera, confinados por los portugueses en la Isla 
«das Cobras », situada en la bahía de Río de Janeiro, Brasil. 

Analizando, después, los informes y los documentos que saca al 
público, el Dr. López prueba, en forma fehaciente, que el susodicho 
Francisco de los Santos nació en el Departamento; que fué bautiza- 
do en 1788 en la Capilla de la Fortaleza de Santa Teresa, siendo sus 
padres los indios guaraníes Miguel de los Santos y Francisca de los 
Santos; y, que, después de alcanzar el grado de Teniente Coronel de 
las Milicias de Maldonado, falleció en 1854 o 1855 en su estableci- 
miento ganadero de «Piedra Blanca», situado entre Don Carlos y 
Chafalote, dándosele sepultura en el Cementerio Público de Rocha. 
Ampliamos ahora las informaciones que anteceden, señalando 


25 



las obras aludidas al principio, así como otras más recientes, que ha- 
blan también del singular episodio histórico mencionado, alabando 
a un tiempo la hazaña de nuestro conterráneo, el ya nombrado Fran- 
cisco de los Santos, que, poniendo en riesgo la vida, cumplió satisfac- 
toriamente el antes referido encargo del Jefe de los Orientales. 

Tales obras son: ORESTES ARAUJO. - Episodios Históricos , págs. 
55-61. — Montevideo, 1901; ORESTES ARAUJO. . Diccionario popular 
de Historia de la República 0[riental ] del Uruguay , Tomo IH, págs. 
43-44. — Montevideo, 1903; LORENZO BELINZON. . La Revolución 
emancipadora uruguaya y sus dogmas democráticos, Tomo II, págs. 
89 - 90. — Montevideo, 1932 ; ISIDORO DE MARIA. - Rasgos biográficos 
de Hombres notables de la República Oriental del Uruguay , Tomo I, 
págs. 58-59. — Montevideo, 1889; H. D. [HERMANO DAMASCENO]. - 
Ensayo de Historia Patria , págs. 425-26. — Montevideo, 1929; SE- 
TEMBRINO E. PEREDA. . Artigas . 1784-1850, Tomo VI, inédito; CAR- 
LOS MARIA RAMIREZ. - Artigas. Debate . . ., págs. 133 - 34. — Montevi- 
deo, 1915; y JUAN ZORRILLA DE SAN MARTIN. - La Epopeya de 
Artigas , Tomo II, págs. 300 -01. — Montevideo, 1910. 

Además, expresamos que el Municipio de Rocha acordó oportu- 
namente, por iniciativa del sobredicho Dr. López, — Vicepresidente 
por entonces del Cuerpo — , colocar en la Casa Municipal una placa 
recordativa de la extraordinaria proeza de Francisco de los Santos y 
denominar con su nombre a una de las calles de la ciudad. 

López, Francisco H[ipólito']. — En la [Sociedad] Porvenir. Discur- 
so. — In. La Democracia , año II, núm. 119, 28 de marzo de 1895, 
pág. 1, cois. 1-3. — Rocha, 1895. 

Hácese conocer el discurso que el autor pronunció con motivo 
de la ceremonia realizada oportunamente en la Sección Biblioteca 
de la hoy extinguida Sociedad Porvenir, a fin de conmemorar la fun- 
dación de la primera Biblioteca Pública que existiera en Rocha; dis- 
curso que tírala de la formación y desarrollo del referido instrumento 
de extensión cultural. 

Así se sabe que el 20 de septiembre de 1874, invitadas por Pedro 
Lapeyre — hombre progresista en extremo — , se reunieron varias per- 
sonas, progresistas también, quienes, — mirando por el fomento de la 
educación del pueblo — , acordaron instituir al efecto una agrupación, 
que se denominó Sociedad Biblioetca Popular de Rocha, la cual se 
disolvió poco después, donándose los libros al Municipio, que la reor- 
ganizó en 1881 como Biblioteca Pública Municipal. 

Algunos años más tarde la sobredicha Sociedad Porvenir solici- 
tó y obtuvo — precariamente — , la posesión de la mencionada Biblio- 
teca, la cual, enriquecida a menudo, siguió a su cargo mientras la So- 
ciedad subsistió. 

Además, el recordado acto tuvo asimismo por objeto colocar en 
la Sala de lectura de la Biblioteca del antes aludido Centro, los re- 
tratos del P. Dámaso Antonio Larrañaga, organizador de la antigua 


26 



Biblioteca de Montevideo, instituida por Artigas, y del nombrado 
Pedro Lapeyre, a cuya loable iniciativa se debía, como ya expresa- 
mos, el establecimiento de la primera Biblioteca Pública que se vio 
en Rocha. 

Martínez Bula, F[lorencio ]. — Contribución a los estudios de dese- 
cación de la Zona del Este. — Sobre los desagües del Departa- 
mento de Rocha. — In. Revista de Ingeniería, año XXIV, núm. 
8, agosto de 1930, págs. 376404. — Montevideo, 1930. 

Anotamos el susodicho escrito como un ilustrativo estudio acerca 
de la posibilidad técnico-económica de realizar la desecación de las 
tierras bajas de la región del norte del Departamento, cuya inunda- 
ción periódica — dice el autor — significa una carga para la economía 
de la Zona del Este de la República, difícilmente apreciable en toda 
su magnitud. 

Además, alúdese a un Proyecto de ley de los Diputados Alfredo 
S. Vigliola y Manuel Albo, — sancionado por la Cámara de Represen- 
tantes el 13 de octubre de 1925 — , tendiente a resolver, — mediante el 
saneamiento de unas seiscientas mil hectáreas de campos anegadizos, 
inmediatos a la Laguna Merín, — uno de los problemas más impor- 
tantes para el país: disponer de buenas y bien ubicadas tierras, a 
fin de tener espacio para mayor población, implantado al efecto una 
política de inmigración que arraigue; dar solución, aunque sea en 
parte, a otro problema: la desocupación, e iniciar, especialmente — 
añádese — nuevas tentativas para el incremento agrícolo-cerealista. 

Aunque, como acabamos de decirlo, el referido Proyecto de ley 
fue sancionado, disponiéndose que se practicaran los estudios nece- 
sarios para regularizar la cuenca occidental de la expresada laguna, 
la Comisión de Hacienda y Fomento de la Cámara de Senadores — 
1927 — no halló en los antecedentes respectivos argumentos suficien- 
tes como para aconsejar también su sanción, si bien declaró que le 
costaba renunciar a la idea patriótica que había informado tal asun- 
to, fuera de hallarse dispuesta a ir, por vía de ensayo, a una solución 
intermedia, sugiriendo, de paso, que tal solución podría consistir en 
el estudio aislado de la cuenca de alguno de los afluentes de lá suso- 
dicha Laguna Merín , como, por ejemplo, — dijo — la del Río de 
San Luis. 

Así, algún tiempo después, — 2 de octubre de 1931 — , el Consejo 
Nacional de Administración resolvió que la Dirección de Hidrogra- 
fía, — integrada, al efecto, con el autor del estudio antes referido — , 
iniciara los trabajos necesarios para proceder a la desecación de las 
tierras aludidas al principio, proyectándose en consecuencia en 1933 
un canal, — terminado en 1939 — , que facilitará el aprovechamiento 
racional de unas ciento noventa y cinco mil hectáreas de campos 
otrora anegadizos. 

Oyarvide , Andrés de. — Memoria geográfica de los viajes practicados . 
desde Buenos Aires hasta el Salto Grande del Paraná por las pri- 


27 



Ineras y segundas Partidas de la demarcación de límites en la 
América Meridional. — In. América Latina. Colección Histórica 
completa de los Tratados , Convenciones , Capitulaciones , Armis- 
ticios. . ., desde el año de 1493 hasta nuestros días, por Garlos 
Calvo, Tomo séptimo, págs. 55-279. — París, 1865. 

Tocante al territorio que en la actualidad constituye el Departa- 
mento, el autor, — Piloto de la Real Armada Española, adscripto, co- 
mo Geógrafo, a la Segunda Partida de la sobredicha demarcación — , 
narrando el viaje que hizo — 1784-85— desde San Carlos hasta la 
Fortaleza de Santa Teresa, Arroyo del Chuy , de San Miguel, etc., 
menciona, en particular, los ríos, arroyos, cerros, lagunas, etc., que 
encontró, describiéndolos sucintamente. 

Asimismo, trata, en pocas palabras, de las Fortalezas de Santa 
Teresa y de San Miguel, fuera de señalar la situación de los Marcos 
del Campo neutral del Tahim. 

Además, exterioriza su asombro ante la enorme cantidad de ga- 
nado cimarrón que por entonces poblaba el campo, — sólo en Don 
Carlos , en la Estancia del Rey, dice, existen de quince a veinte mil 
animales vacunos — , la fertilidad de las tierras inmediatas al Río Ce- 
bollatí, y los numerosos pájaros, pavas del monte, cerdos salvajes, 
ciervos, tigres y víboras que tuvo ocasión de observar, particular- 
mente en las sierras de San Miguel y de la Carbonera. 

Per eirá Cosse, Héctor. — A Rocha mi pueblo natal. [Poesía]. — In. 
El Bien Público, año L, núm. 14.224, sección segunda. Suple- 
mento dedicado al Departamento de Rocha, 14 de enero de 1928, 
pág. 3, cois. 1-2. — Montevideo, 1928. 

Transcribimos en seguida una expresiva octava — la primera — 
de la sobredicha composición poética, la cual dice así: 

Llevo esta fértil región 
De mi patria idolatrada. 

Tan unida y tan atada 
A las fibras de mi ser , 

Que el afecto que nos une, 

Cuando mi alma suspira 
Dice , vibrando , a mi lira: 

¡Nadie me podrá romper! 

Pérez , Ernesto F[rancisco ]. — La primera Escuela y el primer Maes- 
tro. — In. Centenario de Rocha, Número único. Rocha, diciem- 
bre 31 de 1893, págs. 11-12. — Montevideo, 1893. 

Hace públicos el autor, — analizándolos con particular atención 
— , un Auto del Alcalde de Santa Hermandad de la villa de Rocha, 
Juan Antonio de Presa, del 27 de noviembre de 1806, y varios docu- 
mentos conexos; Auto por el cual el mencionado funcionario ordena 
que, del producto de la renta del Abasto de carne, se ponga a su dis- 
posición, mensualmente, la suma de veinticinco pesos, «destinados 


28 



> para el primer Maestro de primeras letras que abriere Escuela pú- 
» blica en esta Villa.» 

Había transcurrido casi un año, — dice el señor Pérez — , sin que 
se hubiera llevado a cabo la laudable iniciativa de la referencia, 
cuando se avecindé en la localidad Juan Antonio López, quien, en 
conocimiento de los propósitos del Alcalde Presa, ofrecióle sus ser- 
vicios para abrir una Escuela Pública, con la condición de que «a to- 
» dos los niños huérfanos, o que no tuviesen quien por ellos pagase 
» el estipendio acostumbrado, les enseñaría graciosamente.» 

Aceptado el aludido ofrecimiento, — Decreto del 14 de octubre 
de 1807 — , fue establecida la primera Escuela Pública que funcionó 
en la hoy ciudad de Rocha, aunque con resultados poco satisfacto- 
rios, seguramente, ya que el 9 de julio de 1808, el Maestro López fué 
investido con el cargo de Ministro Ejecutor; cargo en el que, pocos 
meses más tarde, fué declarado cesante a causa de su irregular com- 
portamiento, en lo que persistió, a extremo tal que el Alcalde Fran- 
cisco de los Santos, velando por la tranquilidad del vecindario, vióse 
obligado a intimarle, — Auto del 21 de febrero de 1809 — , que se ale- 
jase de la villa y su jurisdicción. 

PetingU Vicente . — La Parroquia de Nuestra Señora de los Reme- 
dios de Rocha. — Apuntes históricos. — In. El Ángel de la JFa- 
milia , años DI-V, núms. 108-217, 30 de julio de 1939-31 de agos- 
to de 1941, págs. 1 y 4. — Rocha, 1939-41. 

Antiguo Teniente Cura de Rocha — 1934-40 — , el autor — explo- 
tando una rica cantera: los viejos Libros parroquiales — , hace públi- 
ca una carta del 5 de noviembre de 1794, del entonces Obispo de 
Buenos Aires, Manuel de Azamor y Ramírez, por la que éste faculta 
al Cura, Vicario y Juez Eclesiástico de la villa de San Carlos, Pbro. 
Manuel de Amenedo Montenegro, a cuya jurisdicción espiritual co- 
rrespondía, para consagrar, con la advocación de Nuestra Señora de 
los Remedios, la Capilla provisional construida en 1794 en el «par- 
tido de Rocha», acto que se realizó el día 23 del expresado mes y año. 

Además, el susodicho autor da curiosas noticias acerca del esta- 
do de los ornamentos y de los utensilios de la referida Capilla nece- 
sarios para el culto, de las imágenes que se veían en el altar, etc., 
fuera de consignar cuál fué el primer matrimonio, el primer bautizo 
y el primer entierro que se verificó a raíz del acto antes mencionado 
y de apuntar otras informaciones igualmente interesantes, hasta al- 
canzar el estudio del origen de la actual Iglesia. 

Agregamos que la consagración de la referencia da motivo al P. 
Petingi para afirmar que la hoy ciudad de Rocha se fundó el 23 de 
noviembre de 1794, cosa que oportunamente impugnó quien esto es- 
cribe, conforme se verá más adelante. 


Pmg y Nattino, Juan . — La Palma butiá. Contribución al estudio de 
las plantas indígenas alimenticias. — Boletín núm. 16 de la Ins- 


29 



pección Nacional de Ganadería y Agricultura. — Montevi- 
deo, 1915. 

Trátase del resultado de una serie de análisis del fruto, semilla, 
mosto, vino, caña y miel, provenientes de la palma butiá, — que for- 
ma los palmares del Departamento — , realizados por el autor a fin 
de contribuir al estudio de las plantas indígenas del país. 

Agregamos que, hablando — 1902 — de algunas iniciativas ten- 
dientes al progreso de la región del Este, Francisco J. Ros hace refe- 
rencia — La Feria de Meló , pág. 241. — Montevideo, 1902 — a una 
«fracasada Empresa de fabricación de alcoholes en Castillos, tenien- 
» do por base el fruto de la palma butiá;» pero, a pesar de nuestro 
empeño, no hemos logrado ver los antecedentes respectivos. 

Asimismo, se ha intentado extraer el aceite que contiene la se- 
milla de la aludida palma: el vulgar «coquito», aunque, al parecer, 
con resultado poco satisfactorio. 

Reyes , José María. — Descripción geográfica del Territorio de la Re- 
pública Oriental del Uruguay, acompañada de observaciones geo- 
lógicas y cuadros estadísticos ... — Montevideo, 1859. 

Tocante al territorio que en la actualidad forma el Departamen- 
to, el autor, — General de Ingenieros, Comisario de nuestro país para 
la determinación de los límites con el Imperio del Brasil — 1851-53 — 
etc. — describe, especialmente, los ríos Cebollatí y San Luis; los arro- 
yos de San Miguel , Pelotas , India Muerta, Aiguá y Alférez ; las lagu- 
nas de Garzón, Rocha, Castillos y de los Difuntos, — llamada boy 
Negra — ; y el Cerro de Buena Vista y las sierras de los Difuntos y de 
San Miguel, señalando también las particularidades del terreno en 
que se encuentran tales corrientes, lagos y alturas. 

Además, habla de la hoy ciudad de Rocha, que tiene — dice — 
mil cuatrocientos habitantes, de las Fortalezas de Santa Teresa y de 
San Miguel, y de diversos lugares de la costa del Atlántico: Islas de 
La Paloma y de la Tuna, Cabos de Santa María y del Polonio, Islas 
de Castillos, Punta de La Coronilla, etc. 

‘Asimismo, hace mención de la fertilidad de las tierras colindan- 
tes con la Laguna Merín y el Río Cebollatí, las cuales —expresa — 
deberían destinarse al establecimiento de algunas Colonias agrícolas; 
informes que completa con diversas observaciones geológicas. 

Ribot, J[osé ]. A[nacleto], — Los Marcos hispanolusitanos. — El se- 
gundo Marco del Rey. — Su traslado a Rocha. — Trabajos que 
en ese sentido realizó la Comisión Popular. El Acta conmemo- 
rativa. — In - Ecos del Este , año VIII, núms. 1, 128 - 29, 26 y 28 
de Septiembre de 1933, pág9. 1, cois. 1-3. — Rocha, 1933. 
Hace el autor, — extractando, o reproduciendo a la vez, lo 9 do- 
cumentos pertinentes — , una sumaria pero cuidada reseña de los 
trabajos emprendidos en 1895 por varios calificados vecinos de Ro- 
cha para ubicar en la Plaza 25 de Agosto, boy de Pedro Lapeyre, los 
Marcos hispanolusitanos correspondientes a la demarcación de 1752; 


30 



trabajos que finalizaron en 1898, colocándose en el mencionado lugar 
sólo el segundo Marco, o sea el que fué situado en la Cuchilla de la 
India Muerta, en la cabecera del Arroyo de Don Carlos . 

Rio -Bronco, Bardo do [José María da Silva Paranhos ]. — Epheme- 
rides Brasileiras. — Río de Janeiro, 1938. 

Tocante al Departamento, se expresa — pág. 393 — que el 5 de 
Julio de 1819 el Coronel portugués José María de Almeida — más 
tarde General — , sorprendió en Rocha a un destacamento de tropas 
orientales e hizo prisioneros al Comandante, Leonardo Olivera, a 
cuarenta y un oficiales y soldados y a Fr. José de Azevedo, Secreta- 
rio — dícese — de Artigas, tomando asimismo una bandera. 

A su vez Leonardo Olivera, al relatar — 1852 — sus servicios 
militares, manifiesta que en 1818, siendo «Capitán Comandante de 
Rocha y frontera», fué hecho prisionero en el «pueblo de Rocha», 
poniéndosele grillos y llevándosele a Río Grande, y después a Porto 
Alegre, ciudad de la que luego se le hizo retornar para ser trasla- 
dado, sin grillos, a Río de Janeiro, donde se le encerró — agrega — 
en los calabozos de la Isla « das Cobras », hasta que en 1822 se le puso 
en libertad, saliendo al punto para Montevideo en una fragata por- 
tuguesa de guerra, llamada Venus . 

Ros , Francisco J[osé ]. — El Congreso de Nico Pérez, [José Batlle 
y Ordóñez], celebrado en Marzo de 1923, para cooperar al fo- 
mento de la región del Este. — In - El Estanciero , años XIII - IV, 
núms. 312 - 14, 30 de Septiembre - 31 de Octubre de 1923, pá- 
ginas 5 - 12, 5-7 y 5-15. — Montevideo, 1923. 

Tocante al Departamento, el autor dice que en su suelo se des- 
envuelve la naturaleza más variada y risueña: caudalosos ríos, fes- 
toneados de selvas, — poblados de aves de vistosos plumajes — , con 
maderas de gran utilidad; terrenos llanos, con, extensos bañados, que 
serán grandes arrozales; palmares y lagunas, bases de importantes 
industrias; tierras cargadas de humus, como las de Don Carlos , Cha- 
falote y Alférez, donde se puede y debe fomentar — agrega — una 
colonización agrícola, que produciría más de medio millón de tone- 
ladas de trigo, etc. 

Añade que, no obstante la falta de población y el estado de al- 
gunas industrias, — escasa mestización de los ganados, agricultura 
poco desarrollada, etc. — , Rocha tiene una gran misión político - eco- 
nómica que cumplir: despertar, por medio de la colonización, las 
energías dormidas, poniendo en movimiento sus abundantes y excep- 
cionales recursos físico - geográficos. 

Además, manifiesta que por el puerto de La Coronilla han de 
entrar los productos que vengan de Europa y de Norte América, y 
salir los de los litorales limítrofes, brasileños y argentinos, etc., abre- 
viando tiempo, distancias y gastos; puerto de hermoso porvenir — 
expresa — si no se borra de la memoria la frase de Francisco Bauzá: 
«Establecemos sobre el Océano es para nosotros una necesidad po- 
«lítica y una necesidad económica». 


.31 



Scarone , Arturo . — [Antero Urioste]. — In - Uruguayos contempo- 
ráneos. Nuevo Diccionario de datos biográficos y bibliográficos , 

por..., págs. 503 -04. — Montevideo, 1937. 

Trázase así la biografía de quien esto escribe: «Urioste, Antero . 
— Ex Jefe de la Biblioteca de los Maestros, de Montevideo, nacido 
en la hoy ciudad de Rocha el día 21 de Mayo de 1871, siendo sus 
padres don Antero Urioste, comerciante, y doña Vicenta Oliver de 
Urioste; pero, en 1889, muy joven aún, alejóse de la nombrada po- 
blación, avecindándose en Montevideo. 

Autodidacta por excelencia, — sólo terminó, con altas notas, 
fuera de destacarse por su aplicación, los rudimentales estudios que 
en su época se hacían en la Escuela Pública del lugar nativo, am- 
pliándolos más tarde con el conocimiento de Idiomas, Matemáticas, 
Física e Historia Natural — , sus aficiones, favorecidas por varias per- 
sonas, moviéronlo a consagrarse, como Jefe del Servicio Pluviomé- 
trico Privado del Uruguay — 1890-1901 — , a la observación coti- 
diana de los fenómenos atmosféricos y sus análisis. 

Atraído más adelante por otras disciplinas, ejerció algunos car- 
gos públicos, jubilándose como Bibliotecario del Consejo Nacional 
de Enseñanza Primaria y Normal, después de llevar más de treinta 
y seis años al servicio de la Administración escolar del Estado. 

Ha dado al público los siguientes trabajos: El Servicio Pluvio- 
métrico de la Sociedad Meteorológica Uruguaya: Introducción del 
«Resumen de las observaciones pluvi ométricas efectuadas en el Uru- 
guay durante los años 1892 - 1895». — Montevideo, 1896. — Diccio- 
nario Geográfico del Uruguay, por Orestes Araújo: Artículo «Cli- 
ma», págs. 179-81. — Montevideo, 1900. — Tierra Uruguaya . Des- 
cripción geográfica de la República O. del Uruguay, por Orestes 
Araújo: Capítulo V, «Clima», Tomo I, págs. 65-84. Montevi- 

deo, 1913. — Cómo habla el libro al lector, por H. Maxon: Adapta- 
ción española. — Montevideo, 1914. — Domingo Mantovani, Direc- 
tor de la Escuela Domingo Faustino Sarmiento, de Santa Rosa de 
Touy: Bionecrología. — La Democracia, de Rocha, del 16 de Mayo 
de 1916. — Legislación Escolar Vigente de la República Oriental 
del Uruguay: Tomo VII, Recopilación, notas e índices. — Montevi- 
deo, 1921. — La Biblioteca de Maestros del Consejo N . de Enseñanza 
Primaria y Normal: Su evolución y su estado actual. — Montevideo, 
1922. — Biblioteca de los Maestros: Algunos libros de texto, de con- 
sulta, y de cultura general y profesional. — Montevideo, 1922. — 
Algunos libros que pueden servir para establecer una Biblioteca In- 
fantil . — Montevideo, 1923. — Bibliotecas Escolares Populares: In- 
forme presentado al Tercer Congreso Americano del Niño. — Mon- 
tevideo, 1923. — Pedro Lapeyre. Iniciador de las obras de conserva- 
ción de la Fortaleza de Santa Teresa: Alegato. — La Mañana , de 
Montevideo, del 14 de Enero y 6 de Febrero de 1934. — Nota acerca 
de la procedencia del nombre del «Arroyo de Rocha». — Ecos del 
Este, de Rocha, del 21 de Enero de 1935. — Maldonado y el Turismo . 
Cómo vivir algunas horas en el ambiente del Coloniaje ; Varias su- 


32 



gestiones: La Mañana , de Montevideo, del 18 y 20 de Abril de 1935. 

Museos Municipales. Su organización: Exposición y juicios. — 

Montevideo, 1936. 

Seijo >, Carlos . — Carolinos ilustres, patriotas y beneméritos. — Mon- 
tevideo, 1936. 

A mediados de 1846, en tiempos de la llamada «Guerra Grande», 
el entonces Comandante Militar de Maldonado, Coronel Antonio Acu- 
ña, dispuso, mirando por su seguridad, que los vecinos de Maldonado, 
San Carlos y Rocha se concentraran en Minas. 

Así, según refiere el autor — pág. 90. — , fueron contados los 
que siguieron residiendo en Rocha: algunos niños, mujeres, ancianos 
inválidos y varios extranjeros, menos españoles, pues a éstos se les 
obligaba a servir en las milicias. 

Adelantando en su narración, el señor Seijo expresa también 
que, ausentes las Autoridades, las casas de comercio manteníanse en 
consecuencia con las puertas cerradas y escasamente iluminadas al 
anochecer, — el candil o la vela — dice — colocábase en el fondo de 
una tinaja o barrica — , despachándose las mercaderías por una ven- 
tana enrejada. 

Añade asimismo el supradicho autor — pág. 91 — , que algunos 
matreros, como el temido Lemos, refugiados en el monte del cercano 
Arroyo de Rocha, solían entrar a menudo al pueblo, llevando el ca- 
ballo al galope, a fin de atemorizar a los vecinos, ya para exigir luego 
dinero a las personas pudientes, ya también para asaltar y robar los 
negocios, cosa que generalmente ocurría de noche. 

Sierra y Sierra, B[enjamín]. — Apuntes para la Geografía del De- 
partamento de Rocha. — Rocha, 1895. 

Apartándose en su exposición del camino seguido por lo común 
por los escritores de obras geográficas, el autor, — que ocupó duran- 
te varios años el empleo de Inspector de Escuelas del Departamen- 
to — , trata con sencillez la materia, aclarando diversos puntos rela- 
cionados con los límites occidentales, — Maldonado - Rocha * — , el 
curso de varios arroyos y la situación geográfica de ciertas eleva- 
ciones por lo que su trabajo, — que completa con algunas ilustra- 
tivas noticias históricas — , resulta ser una importante contribución 
para el mejor conocimiento de la geografía regional. 

Mas, a pesar de lo dicho, se advierte que, al hablarse de los re- 
feridos límites occidentales, no se ha tenido presente el Decreto del 
Poder Ejecutivo del 9 de Diciembre de 1884, que fijó tales límites. 

Sota, Juan Manuel de la. — Catecismo Geográfico - Político e Histó- 
rico de la República Oriental del Uruguay. — Montevideo,- 1855. 

Tocante a la Geografía del territorio que actualmente constituye 
el Departamento, el autor se limita, senciflamente, a hacer mención 
de los ríos Cebollatí y San Luis; de los arroyos Alférez, Aleiguá , 
Aiguá, Chafalote j San Miguel; de las lagunas Miní, Merín, Difuntos, 


33 



hoy Negra , Don Carlos , Castillos , Rocha y Garzón; y del Cato de 
Santa María, pasando por alto las elevaciones del suelo, etc. 

Ahora, en cuanto a la Historia, dice que Rocha fué establecida 
en 1793 con algunas de las familias asturianas y gallegas enviadas 
para poblar la costa de la Patagonia, dándosele por Capellán — 
agrega — al Pbro. Juan Francisco Murillo; información errónea, 
pues el nombre verdadero del expresado Capellán era Juan Manuel 
Morilla, según rezan algunos documentos que se conservan en el 
Archivo Parroquial de Rocha. 

Además, manifiesta que «el título de Rocha deriva de un va- 
« quero, que, en los primeros tiempos de la población de este país, 
« faenaba en la costa de aquel arroyo [Arroyo de Rocha], que era 
« abundante en ganados baguales». 

Urioste, Antero. — A propósito de la fundación de Rocha. — Un 
error de expresión y una afirmación sin base. — In- Ecos del 
Este, año XIV, núms. 2. 563 - 65, 24 - 27 de Noviembre de 1939, 
págs. 1, cois. 1-2. — Rocha, 1939. 

Impugna el autor una afirmación del ex Teniente Cura de la 
Iglesia de Rocha, Pbro. Dr. Vicente Petingi, quien, basándose en 
que los primeros libros parroquiales fueron abiertos el 23 de No- 
viembre de 1794, asegura, — El Angel de la Familia, de Rocha, 
del 13 de Agosto de 1939 — , que la referida ciudad fué fundada 
en igual fecha, cuando, como es sabido, todos los que hasta ahora 
se han ocupado de semejante cuestión convienen en que fué en 1793, 
si bien no se conoce aún el día y el mes en que tal suceso ocurrió. 

Urioste, Antero. — El Cabildo y la Iglesia de Rocha. — In - Ecos del 
Este, años XV - XVI, núms. 2, 865 - 77, 9 de Diciembre de 1940 - 
11 de Enero de 1941, pág. 1, col. 1. — Rocha, 1940 - 41. 
Aludiendo a la sana influencia de la obra social, activa y fecun- 
da, que realizaban los Cabildos de la época colonial, el autor señala 
que ella no llegó a Rocha, como llegara en sus días iniciales la acción 
profundamente civilizadora de la Iglesia Católica, pues, según re- 
sulta de los documentos que mnciona, el referido lugar no tuvo Ca- 
bildo, ni en tiempos de la dominación española ni después, no obs- 
tante haberse construido un edificio para tal Cuerpo concejil. 

Ahora en cuanto al Templo del Señor, aporta diversos datos 
acerca de la ubicación de la antigua Capilla de Nuestra Señora de 
los Remedios de Rocha, consagrada a fines de 1794, y de los trabajos 
realizados con posterioridad para levantar la Iglesia que se ve al 
presente, fuera de decir dos palabras a propósito de la construcción 
del actual Cementerio Público. 

Viajes al Este, De cómo se hacían antaño los. — De la carreta a la 
diligencia, del Ford al ferrocarril. — In- Diario del Plata, año 
XVII, núm. 4, 801, 14 de Enero de 1928, pág. 11, cois. 5-7. — 
Monetvideo, 1928. 


34 



Alúdese en el referido artículo, — motivado por la inauguración 
de la sección San Carlos - Rocha de los Ferrocarriles del Estado — 9 
a las Empresas de Diligencias que existieron en Rocha en el período 
1874-84, — «Mensajerías Orientales», «Teodoro Fernández» y «La 
Comercial» — , cuyos vehículos, pintados por lo común de color ama- 
rillo, empleaban ordinariamente dos días en el verano y tres en el 
invierno para efectuar el viaje Rocha -San Carlos -Pan de Azúcar - 
Solía - Montevideo, necesitando igual tiempo para regresar de Mon- 
tevideo a Rocha. 

Añádese que cuando llovía mucho, tal viaje, sobre todo en in- 
vierno, resultaba más largo y peligroso a causa de la crecida de los 
arroyos y de los pantanos que se formaban en los caminos de tierra. 

Agregamos, por nuestra parte, que el ilustrado coleccionista se- 
ñor Carlos Seijo, de Montevideo, posee una fotografía de una de las 
diligencias que utilizaba la susodicha Empresa «Mensajerías Orien- 
tales»; fotografía que reprodujo el Suplemento en huecograbado de 
El Día, de Montevideo, del 8 de Diciembre de 1940. 

Zorrilla de San Martín, Juan . — El último puñado de monedas. — 

In -La Epopeya de Artigas, por..., Tomo II, págs. 300-01. — 

Montevideo, 1910. 

Habla el autor, — alabándola con encendidas frases — , de la 
nobleza de sentimientos de Artigas, quien, como es notorio, se privó 
del resto de su caudal para socorrer a sus antiguos compañeros de 
armas, confinados por los portugueses en la Isla « das Cobras », si- 
tuada en la bahía de Río de Janeiro, Brasil. 

Añade que el Jefe de los Orientales buscó entre sus soldados 
uno que se sintiera con ánimo para ir en su nombre a Río de Ja- 
neiro, y que ese soldado fué el bueno y leal Francisco de los Santos, 
— natural de Rocha — ■, a quien envió para que pusiera su último 
dinero en manos de Lavallcja, «para que lo aplicara a aliviar su si- 
« tuación y la de sus bravos compañeros cautivos», comisión que de 
los Santos cumplió, quedando por consecuencia el padre Aritgas sin 
nada . . . , realmente mendigo, termina diciendo el celebrado autor de 
Tabaré . 


ANTERO URIOSTE 


35 




INDICE DE NOMBRES 


Acuña, Dionisio: 21. 

Acuña de Figueroa, Francisco: 8. 

Affonso de Sousa, Martim: 24. 

Aguiar, José: 8. 

Aguirre, Alanasio Cruz: 8. 

Albo, Manuel: 20. 

Almeida, José María de: 31. 

Alvear, Diego de: 13. 

Amenedo Montenegro, Manuel de: 29. 
Andreoni, Luis: 20. 

Araújo, Orestes: 9, 10, 24, 25, 26, 32. 
Arecliavalcta, José: 7, 10. 

Arrorte, Antonio: 16, 21. 

Arrarte de Lorenzo y Losada, Tomasa: 11. 
Arredondo, Horacio: 7, 9, 10. 

Arredondo y Venero, N. Antonio de: 9. 
Artigas, Andrés: 25. 

Artigas, José: 25, 35. 

Artigas, Manuel Francisco: 25. 

Azamor y Ramírez, Manuel de: 29. 
Azara, Félix de: 22. 

Azevedo, José de: 31. 


Barbat, Juan Bantista: 16. 
Barrios, Juan: 21. 

Barrios, Mauricio: 22. 
Barrios, Tomas A.: 16, 22. 
Barrios, Víctor: 22. 

Batllc y Ordóñcz, Jo6é: 31. 
Bauzá, Francisco: 22, 31. 
Bazzano, Ignacio: 11. 
Belinzon, Lorenzo: 26. 
Berdún, José Antonio: 25. 
Bernárdez, Manuel : 12. 
Burgueño, Gervasio: 8. 


Caballero, Jenaro: 21. 

Cabot, Sebastián: 24. 

Cabrer, José María: 7, 13, 17, 24. 
Calvo, Carlos: 27. 

Camino, Alberto: 16. 

Camino, Juan Bernardo: 16. 

Caviglia (hijo). Buenaventura: 7, 13. 
Corbo, Augusto G.: 12. 

Corbo, Constancio: 21. 

Cuadri, Guillermo: 14, 15, 17. 


De -María, Isidoro: 20, 25, 26. 
Díaz, Pedro: 17, 18, 19. 
Domínguez, Benito D.: 22. 
D’Orbigny, Alcides: 7, 22. 
Duarte, Felipe: 25. 


Fernandca de Souza Docca, Emilio: 24. 
Fernandez, Gregorio: 16. 

Fernandez, Lorenzo Antonio: 19. 
Fernández, Teodoro: 35. 

Fernández Saldañn, José M.: 21. 
Figucira, José H.: 7, 22, 23. 

Flores, Venancio: 9. 

Freire de Andrada, Gomes: 14. 


Gadea, Pedro Pablo: 25. 
Gallinal, Alejandro: 11. 
Gandía, Enrique de: 24. 
García Isla, Julio: 14. 
González, Dionisio: 22. 
González, Melitón: 13. 
Granada, Daniel: 23. 
Grana, Benjamín: 22. 
Grana, Julián: 17. 

Grana Olivera, Justo: 21. 
Groussac, Paul: 13. 

Guani, Alberto: 23. 


H. D.: 24, 26. 

Herrera, Bartolomé: 21. 
Herrera, Luis Alberto de: 12. 

Jaurcguiza, José: 16. 

Juan III, Rey de Portugal: 24. 


Lamas, José Benito: 19. 

Lamolle, Juan P.: 20. 

Lapeyre, Pedro: 11, 24, 26, 27, 30, 32. 
Larrañaga, Dámaso A.: 19, 26. 
Lavagna, Ignacio: 16. 

LavaÜeja, Juan Antonio: 25, 35. 
Lopes de Sonsa, Pero: 24. 

López, Francisco H.: 7, 22, 25, 26. 
López, Juan Antonio: 29. 



López, Maximino : 12. 

Lorenzo y Losada, Héctor: 16. 
Luciani, Elio : 21. 

Ludio,: Adolfo: 20. 

Mantovani, Domingo: 32. 
Martínez, Julio J.: 22. 

Martínez Bula, Florencio: 20, 27. 
Marzol, Elíseo: 22. 

Maxon, H.: 32. 

Morilla, Juan Manuel: 34. 
Morillo, Juan Francisco: 34. 

Olid, Bcmardino: 21. 

Oliver de Urioste, Vicenta: 32. 
Olivera, Antonio: 21. 

Olivera, Benicio: 21. 

Olivera, Leonardo: 31. 

Oliveres, Francisco N.: 9. 

Oribe, Manuel: 15, 18. 

Otorgués, Fernando: 25. 

Oyarvide, Andrés de: 7, 28. 

Pacheco, Florencio: 21. 

Pereda, Setembrino E.: 26. 
Pereira, Anastasio : 16. 

Pereira, Antonio: 14, 15. 

Pereira, Gabriel Antonio: 8. 
Pereira, Miguel A.: 21. 

Pereira Cos6e, Héctor: 28. 

Pérez, Ernesto F.: 18, 28. 

Pérez, Víctor P.: 12. 

Pérez del Puerto, Rafael: 10. 
Perié, Eduardo: 12. 

Petingi, Vicente: 29, 34. 

Pió IX, Papa: 18. 

Presa, Juan Antonio de: 28. 

Puig y Nattino, Juan: 29. 


Ramela, José P.: 22. 

Ramírez, Carlos María: 25, 26. 

Ramírez, José Pedro: 21, 22. 

Reyes, José María: 7, 30. 

Ribot, José A.: 30. 

Rio • Bronco, Bario do: 31. 

Rivera, Bernabé: 25. 

Rivero, Manuel: 18, 19. 

Rivero, Melchor C.: 22. 

Ros, Francisco J.: 7, 30, 31. 

Roxlo, Carlos: 12. 

Saint - Hilaire, Augusto de: 7. 

Santos, Francisca de los: 25. 

Santos, Francisco de los: 21, 25, 35. 
Santos, Miguel de los: 25. 

Sarmiento, Domingo F.: 32. 

Scarone, Arturo : 32. 

Scijo, Carlos: 33, 35. 

Sierra y Sierra, Benjamín: 7, 17, 23, 33. 
Silva, Elias: 21. 

Silva Paranhos, José María de: 31. 

Sota, Juan Manuel de la: 33. 

Terra, Gabriel: 20. 

Urioste, Antero: 32, 34. 

Vamhagen, F. A. de: 24. 

Vigil, Ernesto V.: 21. 

Vigliola, Alfredo S.: 20. 

Yarza, Enrique: 21, 22. 

Yarza, Miguel: 21. 


Zorrilla de San Martín, Juan: 25, 26, 35.